J. Amaral: metamorfosis

Museo de Arte Moderno, Bogotá, Colombia. 1983.

Formas y frutas saturnianas

La iconografía tradicional del tiempo y de la muerte – arenas, eazos, esqueletos – como lo que proponía C. Riga, ya no tiene cabida ni significado en nuestro tiempo. Los surrealistas intentaron una interpretación más moderna y acudieron a los relojes, las sombras, las estatuas. Pero bien pronto su símbolo se gastó y su iconografía concluyó por trocarse en banal depósito de utilería teatral. Otra vez esa preocupación fundamental del hombre: representar tiempo y muerte – quedó quien sabe hasta cuando – como imagen sin cuerpo.

Jim Amaral parte de este siglo agonizante bajo el melancólico signo de Saturno. Muy seguramente los espíritus alertas han podido creer que por el hecho de parecer obsedido por el sexo: vergas, vaginas, senos, testículos: – Amaral ancló su navío en una orilla vital. Pero no. En su pincel es más bien un noctámbulo Caronte quien filosofa.

¿Qué sería más adecuado, escoger la melancolía, o pendular, ir y venir entre la muerte y la vida? En un plano de sensatez la pregunta únicamente podría resolverse si supiéramos qué cosa es la muerte. Pero es inútil. Como a la verdad, sólo la vemos reflejada indirectamente en un espejo. Nos avecinamos a ella, pero en el viaje del péndulo, retrocedemos y el camino es la alusión de la metáfora.

La obra de Amaral es una clara imagen de ese lento aproximarse; de ese toque tangencial; de ese ir y venir, avanzar y retornar multiplicado, inquisitivo.

—Jaques Leenhardt, 1983 [Extracto de texto].