Jim Amaral: No-men, Bronzes

Jim Amaral: No hombres, bronces, 2002
Peyton Wright Gallery, Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos.

Naúfragos

Hombre, el ser sin alas con vuelos de fantasía. No-hombres anclados al subconsciente y a la memoria genética; naúfragos de civilizaciones pasadas que rondan nuestros hijos de hoy y los padres del futuro, naúfragos sobre la tierra haciendo las mismas preguntas sobre la luna, los soles, las estrellas. La producción creativa de Jim Amaral ha meditado sobre estas insondables preguntas con intensidad maníaca durante cuarenta años: sea a través de dibujos y gouaches que buscan penetrar el misterio del sexo; sea mediante pinturas melancólicas sobre las lentas e incesantes mareas de la reflexión, el crecimiento, la madurez e inevitable decadencia; sea con decoración absurda y contradictoria —mesas torcidas, sillas inútiles, muebles inquietos; sea por medio de dibujos de tinta y acuarela sobre las ironías y disparates de la condición erótica humana.

Después de todo, en 1989, Amaral volvió al bronce como un desterrado retorna a su tierra natal. Ahora, los objetos están sembrados de experiencia pasada, convirtiéndose en esculturas llenas de ser; nómadas abandonados e insatisfechos en nuestra era tecnológica, aspirando a lo heróico pero atrapados por ruedas, zapatos de punta, esferas y círculos y la parafernalia de todo humano. Estas esculturas son nuestras meditaciones y polvorosas ansiedades encarnadas en bronces policromados. Aqui no hay superficies brillantes ni pulidas, sino la surreal y compleja textura de la misma vida, en espiral apocalíptica hacia el olvido, siempre atenta a más vida. Cuando nos alejamos de uno de estos testigos inmóviles, el jurado se reune, las olas bendicen nuestros pies y, de alguna manera, nos reconciliamos con aquel profundo ser que somos.

Jim Amaral

Castaways

Man the wingless being, with flights of fancy. No-men anchored to the subconscious and to genetic memory; castaways of past civilizations which haunt our present daughters, sons and future fathers, castaways on earth asking the same questions about the moon, the suns, the stars. Jim Amaral’s creative output has dwelled on these unfathomable questions for forty years with manic intensity; be it through drawings and gouaches that sought to pierce the mystery of sex; be it with melancholy paintings dealing with the slow ebb and tide of thought, growth, maturity and inevitable decay; be it with absurd and contradictory decor —twisted tables, unusable chairs, fidgeting furniture; be it with ink and watercolor drawings on the ironies and follies of the human erotic condition.

After all, Amaral returned to bronze in 1989 as an exile returns to his homeland. Objects are now seeded with past experience to become sculptures born with beingness; forlorn, unsatisfied nomads in our technological age aspiring to heroic dimensions but caught by wheels, pointed shoes, spheres and circles and the trappings of everyman. They are our musings and dusty anxieties fleshed out in colored bronze. No smooth glossy, slick surfaces here but the surreal, complex texture of life itself spiralling towards oblivion, watching out for more life. When we turn away from one of these witnesses, the jury is out, the waves bless our feet and we somehow come to terms to what is so deep inside our being.

—Diego Amaral Ceballos, 2002.