7 7 un papel fundamental en la descripción narrativa, ayudada por la apli- cación de colores transparentes y desenfadados. Jim Amaral ha creado un lenguaje y un universo poético al margen de las preocupaciones de las vanguardias nacionales e internacionales, materializado mediante técnicas muy refinadas y personales. Su obra, nutrida de silencio, reflexión y sensibilidad, explora en sus propias incertidumbres y preguntas sin respuesta. Habla del cuerpo, no el del atlas convencional de anatomía, sino del cuerpo simbólico de los sen- tidos y las percepciones, el de los fantasmas, el deseo y la memoria, hecho de fragmentos y asociaciones. Esteta, culto y sensualista, en su exploración constituye leyes de transfiguración para sus jeroglíficos y seres metafóricos, desarrolladas mediante transformaciones, asociacio- nes, mutaciones e hibridaciones. En ellas se encarna no la monstruo- sidad de un catálogo teratológico, sino la poesía y el mito. Esta suerte de misteriosa iconografía de los ambiguos acertijos del inconsciente, que se aparta radicalmente de la función decorativa del arte y asume la búsqueda personal mediante la elaboración simbólica, va más allá de las convenciones del decoro y las apariencias. Está marcada por una aguda conciencia de los límites de la efímera condición humana y por el gozo de la imaginación que, de la mano de una belleza trans- figurada, queda convertida en antídoto temporal. Página opuesta y arriba: Virgo, Géminis, Acuario, (de la serie Zodiaco Nº 1; trece dibujos: carta zodiacal y doce signos), 1991. 38 × 57 cm c/u, papel, lápiz, acuarela y acrílico, 91ZDJA07, 91ZDJA04, 91ZDJA12.
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